Cuando se pregunta a los conductores cual es la razón principal para escoger un vehículo de combustión en vez de un eléctrico, estos suelen dar dos respuestas: la falta de la disponibilidad de cargadores y el elevado precio de los modelos eléctricos. Si bien sobre la primera parece que los organismos públicos han marcado objetivos de reducción de emisiones, e impulsando políticas para la electrificación del transporte, aún persiste la idea de que un coche eléctrico es más caro que un modelo de combustión. Pero ¿es eso cierto?
La subida del combustible dispara el coste de propiedad
La subida del precio de los combustibles en este 2022 ha significado un cambio revelador para muchos conductores, que ven como un vehículo eléctrico podría ser ya más barato que uno de gasolina o diésel. Y es que, aunque en muchas ocasiones la compra de un coche de combustión sigue siendo más barata que la de uno eléctrico, el coste total de propiedad (o todos los gastos derivados de tener una propiedad, en este caso un vehículo) disminuye considerablemente para un eléctrico a medida que pasa el tiempo. Además del combustible, otros gastos como el mantenimiento, el seguro o los impuestos reducen el costo total de propiedad de los vehículos eléctricos a largo plazo, y terminan siendo más baratos que muchas alternativas a la gasolina.
Y es que, a pesar de la subida del precio de la electricidad, las tarifas especiales para la carga de un vehículo eléctrico mantienen el precio del kilovatio hora (kWh). Así, el desorbitado precio de la gasolina y el diésel de los últimos meses ha aumentado al coste total de propiedad de los vehículos de combustión que, en ciertos escenarios, ha implicado un aumento de más de un tercio en los gastos totales. Así pues, pasarse al eléctrico ya no sólo es bueno para el planeta: también lo es para nuestro bolsillo.
Los equivalentes eléctricos, más baratos en global
Algunos estudios comparativos han llegado a dar muestras prácticas de hasta qué punto el cambio al eléctrico es económicamente ventajoso para el comprador en el largo plazo. Un ejemplo es el de la comparación sobre las versiones de combustión y eléctrica del Opel Corsa. Aceptando un hipotético escenario con un coste de los carburantes de 3 euros el litro, el estudio daba un ahorro para el eléctrico de más de 6.000 euros a los 5 años, y cerca de 19.000 euros a los 10.
Otro ejemplo es el del Hyundai Kona eléctrico con su equivalente de combustión. En esencia, en un escenario de 2 dólares por litro de carburante, el portal destacaba un ahorro total de casi 18.000 dólares en apenas 8 años para la versión eléctrica del automóvil coreano.
Si bien no dejan de ser ejemplos concretos, la tendencia parece clara: el mito sobre que el vehículo de combustión es más barato que el eléctrico queda, como mínimo, en entredicho. Una nueva barrera que cae y que pavimenta, poco a poco y con firmeza, el camino hacia la movilidad eléctrica.
Podéis conocer más sobre las diferencias entre los vehículos de combustión y los eléctricos aquí.